Continuando con la serie anteriormente publicada: “el
Olvido”, “el Silencio” y los “Castillos de Cristal” me pareció de gran
importancia referirme a lo que acontece en nuestro ser, al sensibilizarnos, al
entender, al aceptar y dar cabida en nuestra vida actual, dependiendo de
nuestro nivel de conciencia el cual se encuentra relacionado con nuestra posición en la línea
vertical del “Ser”: esto es lo que nos permite entender lo que acontece o acontecerá en
nuestras vidas. Al igual que un “hijo pródigo”
se reencuentra
con su padre después de tantos caminos recorridos sin rumbo definido, de tantos
desiertos áridos caminados y sufridos sin encontrar algún oasis, de tantos mares
tempestuosos navegados sin hallar alguna bahía protegida, después de que se han
secado las lágrimas
de tanto llorar y aportar a ese mar de lágrimas en que “El
mundo Navega” y ha navegado ciegamente; finalmente sobrevendrá ese abrazo, ese
reencuentro magistral con nuestra...
¡¡
“ALMA” !!
¿Entonces que escucharemos, que entenderemos y que percibiremos?,
Escucharemos la “Voz del silencio” que resuena en
forma fuerte y clara desde lo más profundo de nuestra “caverna” interior, donde
alguna vez ésta voz, fue sepultada y des - oída en forma testaruda y porfiada a
pesar de que ha permanecido con cada uno de nosotros por siempre a lo largo de
ésta existencia y de muchas otras, en ése diálogo permanente entre el nefasto
“yo inferior” y lo que nos ha dicho incansablemente nuestra alma a pesar de
nosotros mismos, indicándonos el camino, la respuesta clara y exacta y correcta
en cada “situación de vida”.
Entenderemos que debemos “equilibrar en nuestra vida”
aquella relación entre ese yo (inferior) y nuestra alma, que la búsqueda del
balance y de la alineación dependerá de la capacidad de oír, entender y
aplicar lo que “Esa Voz” interior nos diga minuto a minuto, que esa voz fuerte y
potente de nuestra “ALMA”, que es certera, única, perentoria¸ es ¡¡nuestra
intuición!! .
Que ése cálido abrazo de reencuentro con nuestra ALMA nos
acompañará como siempre lo ha hecho a pesar de nuestra porfía y nuestra sordera,
en todo pensamiento, en todo acto de vida, en todo sentimiento, en “cada acción
de AMOR”, en cada acto de entrega, en cada acto del “Dar” sin esperar nada a
cambio, en cada momento en que nos pongamos en la situación “del otro” y
nosotros seamos segundos, antes que ser primeros. En “dar hasta que duela”, en compartir y en
repartir nuestros bienes que se arrumban en algún desván sin haber sido usados
en mucho tiempo, siendo que en este mundo hay seres que no tienen alimento, ni
calzado, ni ropa, ni alimentos, ni vivienda como primera necesidad. Extender
nuestra mano como prolongación de nuestra alma para todo aquel ser que requiera
ser tomado de la mano para ayudarlo a cruzar aquellas torrentosas aguas del
sufrimiento humano.
Entenderemos entonces que somos parte de un todo, que somos
importantes para “ese todo”, que ése todo es el reflejo de lo que somos y de lo
que somos capaces de comprender lo cual se traducirá en la construcción o
destrucción de nuestras sociedades que tal como ya lo hemos repetido en varias
ocasiones y que hoy en día se encuentran deterioradas, subyugadas por el
egoísmo y la deshumanización extrema.
Entenderemos también que para dar cabida en nuestra conciencia
a los “Centros emocionales” tendremos que llegar y volver a ser “Niños”.
Toda aquella filigrana
conformada por nuestro ego inferior de aquellos castillos de cristal, deberán
dejar espacio para que nuestra alma se escuche claramente en el gran “Vacío que
todo lo contiene”. Nuestra única manera de subir por aquella escalera que nos
llevará finalmente en el sentido de ese hoy y ese ahora que es ajena a todo lo
temporal y que se asienta en todos aquellos majestuosos estados de fugaz
eternidad que nos irán apareciendo y asentándose en nosotros mismos en la
medida que nos reencontramos con el “maravilloso equilibrio”.
Percibiremos al observar cada vez a nuestro alrededor,
la “Esencia de la vida”, “El milagro de la Existencia:
- Cuando miramos y “vemos” hacia el
firmamento en una noche estrellada aquel extraordinario espectáculo y ejemplo magnífico
de la creación de millones y millones de planetas, galaxias y estrellas,
aquella “luna sublime” que da sentido a nuestro mundo externo e interno, aquel
sol magnificente dueño de la vida y de la muerte de cada amanecer y de cada
atardecer como muestras maestras de aquel “Equilibrio perfecto”, y que,
cuando nuestro ser al reencontrarse con su “alma” reencuentra la sintonía con todo “ESTO”.
Sentiremos profundamente que nos diluimos en
todo “AQUELLO”, que nuestro ser es realmente parte de “ESE TODO,” que no somos
lo que somos, que somos todo “AQUELLO”. Habremos
perdido la noción del tiempo, habremos perdido la noción de nuestro cuerpo
habremos dejado de lado la sensación de “SEPARATIVIDAD”, “seremos uno con todo
el ¡¡UNIVERSO!!”, seremos “UNO CON EL UNO”, todo esto será fugaz como un rayo
que cae en una noche estrellada, quedándonos con una sensación de Paz profunda
y duradera.
Cuando miramos y vemos hacia la
pródiga naturaleza que nos rodea en sus vastas y amplias creaciones del reino
Animal, Vegetal y Mineral nos reencontramos con nuestra Alma..
Al mirar el reino Animal observamos
la vasta creación de criaturas que expresan la inmanencia del “UNO” y su
inmenso potencial de evolución hacia una entidad superior, cada uno de ellos
ocupa en la vida el espacio correcto, el escalón correcto, lo que les otorga su
participación en el Equilibrio y Balance de todo el Universo, incluyéndonos a
nosotros mismos. Sentimos una vez más la dilución de nuestro ser en todo
aquello, sentimos que no somos nosotros, que no somos aquello, pero a su vez lo
somos todo, ha aparecido nuevamente la comunión excelsa con el “UNO”.
Cuando al mirar el Reino vegetal y en
especial los “Arboles” percibimos la fuerza y el magnetismo de “Abrazarlos” de
ser parte de su corteza, de su savia, de su medula, de cada una de sus hojas,
de permitirnos ser bañados por su lluvia de Pétalos rosados, blancos, amarillos
movidos por la brisa; los cuales en primavera envuelven nuestros corazones. De inhalar el perfume de cada una de sus
flores como mudo mensaje que se dirige hasta lo más profundo de nuestros
corazones y que nos habla de la Inmanencia presente en la vasta creación de la
Naturaleza. Compartimos con ellos y percibimos el dialogo sabio y oculto de
ellos, sus jerarquías, sus mensajes sus sentimientos, sus alegrías, sus
tristezas; tan sólo deberíamos abrazarnos a ellos para empaparnos de tan
magnífica sabiduría adquirida por cada uno de estos seres que permanecen en contemplación de
aquel infinito mundo cuyo horizonte se alza por sobre de nuestras cabezas.
Al mirar el reino Mineral representado en cada piedrita aunque humilde e
insignificante que parezca, a lo largo de nuestro caminar y al tocarla con nuestras
manos sentimos la energía “Una”, proveniente de nuestra “Madre Tierra”,
nuevamente nos diluimos en el propio ser de la “piedrita”, ya que somos
constituidos por similar naturaleza, no somos nosotros pero tampoco ellos son nosotros, somos ellos y ellos son
nosotros, somos una sola entidad vasta y eterna, cuya comunicación única es a
través de un lenguaje común y directo que nos lo regala “NUESTRA ALMA” que
funciona como vinculo principal con
todos aquellos “Seres Vivientes” de “Todos los “Reinos”… con la “ENERGÍA UNA”.
El Mar, vasto… único, hermoso, cuna
de la vida… al mirarlo somos “EL”, al sentirlo y observarlo en su fragilidad de
su “Espuma” captamos su grandeza INMANENTE, percibimos al “UNO ABSOLUTO” donde
no somos dos, donde no hay un observador ni objeto observado, solo somos “UNO”,
una SOLA ENERGÍA, una sola gota de agua, un solo sentimiento, un solo aroma, y
cuando lo acariciamos percibimos su textura que nos contacta a través de lo “ÚNICO”,
de lo “VERDADERO” con el único “LENGUAJE
COMÚN” a “TODO”, el cual es utilizado por
nuestra “ALMA”…
¡¡
EL AMOR…!!
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